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13 motivos (si 13) para emprender e innovar
Sería de necios pretender negar que, en un futuro inmediato, todos deberemos ser, de un modo u otro, emprendedores. Ofreceremos nuestro talento y maestría en el mercado, potenciaremos nuestra marca personal y tendremos que renovar nuestro aprendizaje todos los días, convirtiendo la innovación en una costumbre. Eso es lo que toca. Ese es nuestro futuro. Seamos emprendedores e innovadores con convicción.
La creatividad atrapada
“Tengo la creatividad atrapada entre responsabilidades”. Ese era el comentario que mi amiga Ana hacía esta mañana en Facebook. Me ha parecido una frase que sintetiza muy bien lo que nos ocurre con frecuencia: contraponemos creatividad vs. responsabilidad, ingenio vs. obligación. Y lo que subyace es, en definitiva, riesgo vs. seguridad.
Querida Ana, no dejes que tus responsabilidades asfixien tu creatividad 😉
¡Miedo!
¿Qué me da miedo? Que el miedo siga instalado en nuestra sociedad. Tengo miedo a que el miedo siga atenazando nuestra capacidad innovadora y nuestro espíritu emprendedor. Miedo a seguir esperarando, a dejarse llevar.
Es mejor imponer nuestra esencia innovadora y emprendedora sobre los condicionantes del entorno -que la atenazan-. No tengamos que lamentarnos por no haberlo hecho.
Innovación y cambio
Hoy he tenido la oportunidad de participar como ponente en la Jornada “Innovación y cambio”, celebrada en Madrid School of Marketing y organizada por PDMA Spain, delegación española de la organización internacional que conecta a innovadores en torno al desarrollo del producto y la gestión.
El grueso de los asistentes a la jornada fueron altos directivos de empresas que, además de compartir conocimientos e ideas, tuvieron un momento para el networking, gracias a esta interesante iniciativa. Enhorabuena y gracias PDMA España. ¡Algo se mueve!
Hazlo distinto: emprender e innovar.
Marketing 2.0
Cada vez resulta más difícil para las empresas competir en precios o en calidad. La competencia se juega en el terreno de la diferenciación, posicionamiento y diálogo con el cliente. En ese terreno, el marketing tiene ya una larga trayectoria. Hoy en día, parece que toda innovación en marketing pasa por el marketing en redes y medios sociales, pero no es así, al menos no del todo o como fin último.
En marketing se puede innovar aplicando la denominada “inteligencia de mercado”; podemos innovar a través del remodelado de los productos, procesos y servicios que los mercados demandan y valoran, partiendo de reflexiones cómo: ¿qué quieren mis clientes?, ¿cómo puedo dárselo?, ¿en qué puede ayudarme la tecnología?, ¿cuál es mi valor diferencial único en el mercado?, ¿cómo lo pongo de manifiesto?, ¿cómo interactuo?; hay espacio para la innovación en los medios y procesos de comercialización y las técnicas de marketing y venta. Y, por supuesto, el denominado Marketing 2.0 y Social Media Marketing, nos ofrecen magníficas herramientas para innovar en las relaciones con nuestros clientes/consumidores.
Abogado del diablo
Dice Tom Kelley, en su siempre recomendable libro “Las diez caras de la innovación”, que el abogado del diablo podría ser el mayor asesino de la innovación en el mundo empresarial actual. Sostiene Kelly que cada día, estos “arruinaideas” cortan de raíz miles de ideas, conceptos y planes nuevos.
Esta mañana me he topado de nuevo con lo que todos nos hemos encontrado en más de una ocasión: alguien presenta en una reunión, con toda su ilusión y de forma fundamentada, una idea original, una propuesta creativa … La propuesta gusta, comienzan aportaciones por parte del resto asistentes. Todo parece ir bien hasta que, de pronto, aparece el aguafiestas de turno que entona el “permitidme que haga de abogado del diablo …” utilizando la expresión como ariete frente a la idea innovadora y, a su vez, como escudo que le previene de posibles respuestas hostiles, ya que no es él quien frena la innovación, simplemente está actuando, noblemente, como mensajero del diablo, ese ser maléfico tremendamente cualificado para opinar sobre nuestros negocios, proyectos o ideas.
En muchas ocasiones nosotros mismos, aun siendo emprendedores, nos convertimos en los abogados del diablo de nuestras propias propuestas e ideas. Frente a una idea creativa o una innovación (aún siendo propia) adoptamos la perspectiva más negativa posible, minusvalorando lo positivo de la idea, la transformación y beneficios que conlleva. Es más fácil adoptar la postura más cómoda, es mejor no arriesgar. Porque innovar es eso en gran medida: arriesgar. Por eso es un arma tan poderosa para transformar empresas, culturas y sociedades. Y por eso, precisamente, nos da tanto miedo. La proxima vez que nos enfrentemos a una idea, propuesta, iniciativa, … frenemos al abogado del diablo que llevamos dentro.