Debate sobre la innovación

Sillas-debate¿Son innovadoras nuestras empresas?, ¿que importancia tiene el trabajo en equipo al innovar?, ¿cuál es el porcentaje de éxito al innovar?, ¿que resistencias hay que vencer?, ¿cómo controlar a los arrunaideas?, ¿cómo incentivar y recompensar la innovación?, ¿qué entendemos por innovación?
Son algunas de las preguntas que surgieron ayer en un animado debate al que tuve oportunidad de asistir. Había centrado mi conferencia en los cambios de actitudes que han de producirse para hacer más innovadoras nuestras organizaciones y los elementos necesarios para transformarlas. El debate posterior, con un interesante y cualificado grupo de empresarios y profesionales, fue una grata experiencia. Hace mucho tiempo que no disfrutaba de un debate tan vivo e interesante.
La capacidad para innovar es una de las grandes preocupaciones de muchos empresarios, directivos y profesionales, y se puso de manifiesto en el coloquio. Es comprensible que exista en nuestra sociedad gran desconocimiento sobre la mejor forma de actuar al respecto. Hemos vivido demasiados años centrados en la I+D como la gran solución y hemos minusvalorado la innovación. Ya no sólo es erróneo circunscribir la innovación a la investigación y el desarrollo tecnológico, sino que es muy frecuente confundir el uso de herramientas innovadoras con el innovar. Es frecuente también que muchos asocien la innovación a la invención. Y no menos frecuente es confundir innovación y cambio.
Hoy, más que nunca, es preciso educar en la innovación, generar dinámicas innovadoras, trabajar para que adoptemos actitudes positivas frente al cambio y proactivas hacia la innovación. Existe la necesidad, hay un gran interés y es el momento de innovar. Nuestras empresas lo requieren y nuestro país lo necesita. ¡Hagámoslo!

13 motivos (si 13) para emprender e innovar

imagen_13 motivosEn nuestro entorno se han producido (y siguen produciendo) cambios de tal magnitud que no podemos seguir haciendo las cosas del modo en que veníamos haciéndolo. Ni podemos pelearnos con la realidad, ni podemos ignorarla. Es necesario hacerlo distinto y mejor, innovar y hacer cosas extraordinarias.
1)    Porque buena parte de los fundamentos y modelo económico de los países desarrollados se han mostrado agotados o ineficaces.
2)    Porque los cambios normativos, reformas estructurales y nuevas exigencias de los mercados no son compatibles con actitudes acomodadas.
3)    Porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades reales, anestesiados, cómodos. La situación no permite que nos comportemos como burgueses adocenados.
4)    Porque el tránsito de un modelo económico productivo a la Economía del Conocimiento sigue exigiendo importantes cambios y reformas.
5)    Porque las Nuevas Tecnologías e Internet han revolucionado por completo las formas de comunicarnos y relacionarnos.
6)    Porque el rol del consumidor se ha transformado y su capacidad de decisión, de relación, su poder e influencia se han incrementado.
7)    Porque cada vez resulta más difícil encontrar problemas que resolver o demandas que satisfacer y no podemos ofrecer soluciones estandarizadas.
8)    Porque cada vez es más ardua la tarea de distinguirse de la competencia y posicionarse en la mente del consumidor y cliente.
9)    Porque ya no basta con ser bueno, con hacer las cosas bien, para que hablen de nosotros, de nuestros productos y nuestras marcas y nos recomienden.
10) Porque si no hacemos cosas extraordinarias, si no innovamos, si nuestro valor añadido no deja huella y no emociona, no nos quedan muchas opciones para competir con éxito.
11) Porque todo está cambiando y no podemos permitirnos hacer como si no nos enteramos. No se trata de esperar que pase la tormenta. Porque el agua nos llega más allá de los tobillos.
12) Porque todas las crisis provocan desconcierto e incertidumbre, pero no podemos responder a ello con una estúpida estupefacción permanente.
13) Porque lo que toca ahora es gestionar la crisis, el cambio necesario, tirar de nuestros recursos internos, pensar en términos de oportunidad y evitar buscar culpables.
Hace falta coraje, dejarse de respuestas tibias y actuar. Podemos resignarnos o actuar de forma decidida. Podemos seguir haciendo lo mismo o hacer las cosas de modo distinto y mejor. Nosotros elegimos. Pero no olvidemos que cuanto menos emprendedora e innovadora es una sociedad más depende de otras, y cuanto menos emprendedor es un individuo menos independiente es.

Sería de necios pretender negar que, en un futuro inmediato, todos deberemos ser, de un modo u otro, emprendedores. Ofreceremos nuestro talento y maestría en el mercado, potenciaremos nuestra marca personal y tendremos que renovar nuestro aprendizaje todos los días, convirtiendo la innovación en una costumbre. Eso es lo que toca. Ese es nuestro futuro. Seamos emprendedores e innovadores con convicción.

La creatividad atrapada

Creatividad atrapadaTengo la creatividad atrapada entre responsabilidades”. Ese era el comentario que mi amiga Ana hacía esta mañana en Facebook. Me ha parecido una frase que sintetiza muy bien lo que nos ocurre con frecuencia: contraponemos creatividad vs. responsabilidad, ingenio vs. obligación. Y lo que subyace es, en definitiva, riesgo vs. seguridad.

La creatividad y aquellos términos asociados a ella (cambio, innovación, transformación) nos dan vértigo, sobre todo si tenemos un agudo sentido de la responsabilidad (asociado o no a un cargo). Y es que creatividad, cambio e innovación tienen que ver con capacidades, comportamientos y actitudes. Y modificar éstas es una labor muchas veces ardua y que encuentra en los condicionantes de nuestro entorno grandes barreras.
La creatividad es la capacidad de generar ideas o conceptos (o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos ya conocidos). Asociados a la creatividad encontramos conceptos como inventiva, ingenio, pensamiento original (o divergente), imaginación constructiva, etc. que nos pueden llevar a soluciones originales.
Por otro lado, la responsabilidad, se asocia con obligaciones y con el deber de asumir las consecuencias de nuestros actos. De este modo, la responsabilidad se siente, en muchas ocasiones, como una pesada losa. Es un valor que está en la conciencia de la persona (en el plano moral) y que, en su puesta en acción, pasa al plano ético. Y cuando hablamos de moral y ética, es inevitable sentir la necesidad de reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de nuestros actos.
Sin embargo, el ejercicio de la responsabilidad no va en absoluto reñido con la capacidad creativa, si bien es cierto que, como ayer mismo nos recordaba Joan Jiménez, en el Grupo Social Branding de Linkedin, aludiendo a estudios de las Universidades Wharton, Cornell y la Indian School of Business, las personas creativas no ocupan posiciones de liderazgo.
En mi post de la semana pasada  y en la presentación a la que hago referencia en él, hablaba de las actitudes frente al cambio y la innovación. La creatividad (el pensar cosas útiles nuevas) tiene que ver con las capacidades del individuo; el cambio (hacer cosas diferentes) es cuestión de comportamientos, es decir de manifestaciones (externas) de las actitudes (internas) y la innovación (hacer cosas nuevas, de manera diferente y mejor para lograr cambios con éxito para una organización) es cuestión de actitudes, emociones y creencias. Recomiendo, en este sentido, la lectura de “Innovar con éxito” de Jose Mª Sainz de Vicuña.
Mientras consideremos que ser creativos, que hacer cosas distintas o que innovar ponen en riesgo el ejercicio de nuestra responsabilidad, mientras en la balanza contrapongamos riesgo y seguridad, apostando por lo segundo  y no aceptemos que se puede ser responsable y creativo, que la responsabilidad no tiene que atenazar acciones originales o divergentes a lo convencional, seguiremos sin avanzar.

Querida Ana, no dejes que tus responsabilidades asfixien tu creatividad 😉

¡Miedo!

Miedo¿Qué me da miedo? Que el miedo siga instalado en nuestra sociedad. Tengo miedo a que el miedo siga atenazando nuestra capacidad innovadora y nuestro espíritu emprendedor. Miedo a seguir esperarando, a dejarse llevar.

La incertidumbre, el fracaso, el error, el riesgo, son inherentes a la innovación. Todos producen miedo. Aparece nuestro instinto de protección. Sentimos la amenaza. El miedo se instala en nosotros cuando nos mantenemos a la espera de los acontecimientos sobre los que no creemos tener control alguno. Cuando actuamos como observadores y no como protagonistas y creadores.
Podemos ser actores del cambio u observadores pasivos del mismo. Pero el cambio tiene lugar de todos modos. Si actuamos, creamos, innovamos tenemos futuro. Si esperamos, si dejamos que el miedo nos retenga, padeceremos.

Es mejor imponer nuestra esencia innovadora y emprendedora sobre los condicionantes del entorno -que la atenazan-. No tengamos que lamentarnos por no haberlo hecho.

Innovación y cambio

Logo PDMAHoy he tenido la oportunidad de participar como ponente en la Jornada “Innovación y cambio”, celebrada en Madrid School of Marketing y organizada por PDMA Spain, delegación española de la organización internacional que conecta a innovadores en torno al desarrollo del producto y la gestión.

La PDMA, Product Development & Management Association en España organizó este encuentro con el objetivo de impulsar una comunidad de profesionales, académicos y proveedores de servicios para compartir ideas, experiencias, conocimientos, prácticas y procesos en temas de innovación, desarrollo y gestión de producto.
Bajo la denominación «Innovación y Cambio», compartí puntos de vista y experiencias sobre la innovación en España con ponentes como Juan Vicente García Manjón (Universidad Europea Miguel de Cervantes), José Antonio Blanco (Madrid School of Marketing), Matti Hemmi (inKNOWation), Héctor Robles (Domo) y Francesc Melgar.

Mi conferencia se centró en “La actitud positiva frente al cambio y la innovación como motor de progreso” y tuve la ocasión de abordar algunos de los contenidos de «Hazlo distinto: emprender e innovar», presentando las que considero principales acciones que una organización ha de poner en marcha para fomentar la actitud innovadora en sus personas, un comportamiento positivo ante el cambio y una estrategia orientada por la innovación, capaz de transformar ideas nuevas en acciones rentables que mejoren su competitividad.

El grueso de los asistentes a la jornada fueron altos directivos de empresas que, además de compartir conocimientos e ideas, tuvieron un momento para el networking, gracias a esta interesante iniciativa. Enhorabuena y gracias PDMA España. ¡Algo se mueve!

Marketing 2.0

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Muchos informes concluyen que la mayor parte de las empresas españolas ni innovan ni tienen intención de hacerlo a corto plazo. Esto es especialmente recurrente en las pequeñas empresas y micropymes, que sienten la innovación como algo alejado de sus posibilidades. Y eso es un serio problema.
Se identifica la innovación como I+D (investigación y desarrollo tecnológico) y esto no es así. La innovación es “la introducción de una novedad en un entorno específico para ser mejor que la competencia y conseguir un beneficio”. Existen muchas posibilidades de innovar “a pequeña escala” con magníficos resultados y, en este contexto, el marketing es una de las actividades de la empresa en que más opciones tenemos.

Cada vez resulta más difícil para las empresas competir en precios o en calidad. La competencia se juega en el terreno de la diferenciación, posicionamiento y diálogo con el cliente. En ese terreno, el marketing tiene ya una larga trayectoria. Hoy en día, parece que toda innovación en marketing pasa por el marketing en redes y medios sociales, pero no es así, al menos no del todo o como fin último.

En marketing se puede innovar aplicando la denominada “inteligencia de mercado”; podemos innovar a través del remodelado de los productos, procesos y servicios que los mercados demandan y valoran, partiendo de reflexiones cómo: ¿qué quieren mis clientes?, ¿cómo puedo dárselo?, ¿en qué puede ayudarme la tecnología?, ¿cuál es mi valor diferencial único en el mercado?, ¿cómo lo pongo de manifiesto?, ¿cómo interactuo?; hay espacio para la innovación en los medios y procesos de comercialización y las técnicas de marketing y venta. Y, por supuesto, el denominado Marketing 2.0 y Social Media Marketing, nos ofrecen magníficas herramientas para innovar en las relaciones con nuestros clientes/consumidores.

Cuando pensamos en el marketing en redes y medios sociales, no debemos caer en la excusa fácil de que se trata de una moda pasajera. Es un hito más en la evolución del marketing y no podemos ignorarlo pensando en que “ya nos apuntaremos al siguiente tren”. Ese tren puede pasar y quedarnos en tierra, sin opción de coger otro. Cuando menos, debemos explorar las oportunidades existentes, informarnos, pedir consejo y, por supuesto, nunca actuar sin una estrategia. No olvidemos que el proceso es el que ya sabemos y aplicamos en otras áreas de negocio: conocer – fijar una meta – diseñar una hoja de ruta – actuar – evaluar resultados – mejorar. No debemos saltar directamente a los medios y redes sociales (o a cualquier otro tipo de acción) sin una estrategia y un plan. Si lo hacemos así, fracasaremos.
Son muchas las opciones para innovar en marketing. Debemos ser permeables a la innovación y entenderla como una oportunidad en nuestros negocios. Es bueno explorar todas las opciones desde la óptica de aportar, colaborar y apostar por la creatividad, de forma responsable. Hay mucho que cambiar si queremos avanzar y ser más competitivos.

Abogado del diablo

demonio

Dice Tom Kelley, en su siempre recomendable libro “Las diez caras de la innovación”, que el abogado del diablo podría ser el mayor asesino de la innovación en el mundo empresarial actual. Sostiene Kelly que cada día, estos “arruinaideas” cortan de raíz miles de ideas, conceptos y planes nuevos.

Esta mañana me he topado de nuevo con lo que todos nos hemos encontrado en más de una ocasión: alguien presenta en una reunión, con toda su ilusión y de forma fundamentada, una idea original, una propuesta creativa … La propuesta gusta, comienzan aportaciones por parte del resto asistentes. Todo parece ir bien hasta que, de pronto, aparece el aguafiestas de turno que entona el “permitidme que haga de abogado del diablo …” utilizando la expresión como ariete frente a la idea innovadora y, a su vez, como escudo que le previene de posibles respuestas hostiles, ya que no es él quien frena la innovación, simplemente está actuando, noblemente, como mensajero del diablo, ese ser maléfico tremendamente cualificado para opinar sobre nuestros negocios, proyectos o ideas.

En muchas ocasiones nosotros mismos, aun siendo emprendedores, nos convertimos en los abogados del diablo de nuestras propias propuestas e ideas. Frente a una idea creativa o una innovación (aún siendo propia) adoptamos la perspectiva más negativa posible, minusvalorando lo positivo de la idea, la transformación y beneficios que conlleva. Es más fácil adoptar la postura más cómoda, es mejor no arriesgar. Porque innovar es eso en gran medida: arriesgar. Por eso es un arma tan poderosa para transformar empresas, culturas y sociedades. Y por eso, precisamente, nos da tanto miedo. La proxima vez que nos enfrentemos a una idea, propuesta, iniciativa, … frenemos al abogado del diablo que llevamos dentro.