La fuerza del pensamiento flexible

El_arte_de_ser_flexibleNada en la vida está predeterminado. A pesar de la resistencia y los obstáculos, podemos inventarnos a nosotros mismos y fluir con los eventos de la vida sin dañarnos ni dañar a nadie. El pensamiento flexible nos da fuerza y nos permite ser el último juez de nuestra propia conducta. Walter Riso, en «El Arte de Ser Flexible«, nos ayuda a identificar las mentes libres y abiertas al cambio. En última instancia, tú decides: rigidez mental (estrés, angustia, amargura e inmovilidad) o flexibilidad mental (alegría, tranquilidad y desarrollo del potencial humano). Os animo a desarrollar las que Riso identifica como las características más destacadas de una mente flexibles: el pensamiento crítico, lúdico, inconformista, imparcial, complejo y pluralista. ¡Muy recomendable!

Debate sobre la innovación

Sillas-debate¿Son innovadoras nuestras empresas?, ¿que importancia tiene el trabajo en equipo al innovar?, ¿cuál es el porcentaje de éxito al innovar?, ¿que resistencias hay que vencer?, ¿cómo controlar a los arrunaideas?, ¿cómo incentivar y recompensar la innovación?, ¿qué entendemos por innovación?
Son algunas de las preguntas que surgieron ayer en un animado debate al que tuve oportunidad de asistir. Había centrado mi conferencia en los cambios de actitudes que han de producirse para hacer más innovadoras nuestras organizaciones y los elementos necesarios para transformarlas. El debate posterior, con un interesante y cualificado grupo de empresarios y profesionales, fue una grata experiencia. Hace mucho tiempo que no disfrutaba de un debate tan vivo e interesante.
La capacidad para innovar es una de las grandes preocupaciones de muchos empresarios, directivos y profesionales, y se puso de manifiesto en el coloquio. Es comprensible que exista en nuestra sociedad gran desconocimiento sobre la mejor forma de actuar al respecto. Hemos vivido demasiados años centrados en la I+D como la gran solución y hemos minusvalorado la innovación. Ya no sólo es erróneo circunscribir la innovación a la investigación y el desarrollo tecnológico, sino que es muy frecuente confundir el uso de herramientas innovadoras con el innovar. Es frecuente también que muchos asocien la innovación a la invención. Y no menos frecuente es confundir innovación y cambio.
Hoy, más que nunca, es preciso educar en la innovación, generar dinámicas innovadoras, trabajar para que adoptemos actitudes positivas frente al cambio y proactivas hacia la innovación. Existe la necesidad, hay un gran interés y es el momento de innovar. Nuestras empresas lo requieren y nuestro país lo necesita. ¡Hagámoslo!

13 motivos (si 13) para emprender e innovar

imagen_13 motivosEn nuestro entorno se han producido (y siguen produciendo) cambios de tal magnitud que no podemos seguir haciendo las cosas del modo en que veníamos haciéndolo. Ni podemos pelearnos con la realidad, ni podemos ignorarla. Es necesario hacerlo distinto y mejor, innovar y hacer cosas extraordinarias.
1)    Porque buena parte de los fundamentos y modelo económico de los países desarrollados se han mostrado agotados o ineficaces.
2)    Porque los cambios normativos, reformas estructurales y nuevas exigencias de los mercados no son compatibles con actitudes acomodadas.
3)    Porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades reales, anestesiados, cómodos. La situación no permite que nos comportemos como burgueses adocenados.
4)    Porque el tránsito de un modelo económico productivo a la Economía del Conocimiento sigue exigiendo importantes cambios y reformas.
5)    Porque las Nuevas Tecnologías e Internet han revolucionado por completo las formas de comunicarnos y relacionarnos.
6)    Porque el rol del consumidor se ha transformado y su capacidad de decisión, de relación, su poder e influencia se han incrementado.
7)    Porque cada vez resulta más difícil encontrar problemas que resolver o demandas que satisfacer y no podemos ofrecer soluciones estandarizadas.
8)    Porque cada vez es más ardua la tarea de distinguirse de la competencia y posicionarse en la mente del consumidor y cliente.
9)    Porque ya no basta con ser bueno, con hacer las cosas bien, para que hablen de nosotros, de nuestros productos y nuestras marcas y nos recomienden.
10) Porque si no hacemos cosas extraordinarias, si no innovamos, si nuestro valor añadido no deja huella y no emociona, no nos quedan muchas opciones para competir con éxito.
11) Porque todo está cambiando y no podemos permitirnos hacer como si no nos enteramos. No se trata de esperar que pase la tormenta. Porque el agua nos llega más allá de los tobillos.
12) Porque todas las crisis provocan desconcierto e incertidumbre, pero no podemos responder a ello con una estúpida estupefacción permanente.
13) Porque lo que toca ahora es gestionar la crisis, el cambio necesario, tirar de nuestros recursos internos, pensar en términos de oportunidad y evitar buscar culpables.
Hace falta coraje, dejarse de respuestas tibias y actuar. Podemos resignarnos o actuar de forma decidida. Podemos seguir haciendo lo mismo o hacer las cosas de modo distinto y mejor. Nosotros elegimos. Pero no olvidemos que cuanto menos emprendedora e innovadora es una sociedad más depende de otras, y cuanto menos emprendedor es un individuo menos independiente es.

Sería de necios pretender negar que, en un futuro inmediato, todos deberemos ser, de un modo u otro, emprendedores. Ofreceremos nuestro talento y maestría en el mercado, potenciaremos nuestra marca personal y tendremos que renovar nuestro aprendizaje todos los días, convirtiendo la innovación en una costumbre. Eso es lo que toca. Ese es nuestro futuro. Seamos emprendedores e innovadores con convicción.

La creatividad atrapada

Creatividad atrapadaTengo la creatividad atrapada entre responsabilidades”. Ese era el comentario que mi amiga Ana hacía esta mañana en Facebook. Me ha parecido una frase que sintetiza muy bien lo que nos ocurre con frecuencia: contraponemos creatividad vs. responsabilidad, ingenio vs. obligación. Y lo que subyace es, en definitiva, riesgo vs. seguridad.

La creatividad y aquellos términos asociados a ella (cambio, innovación, transformación) nos dan vértigo, sobre todo si tenemos un agudo sentido de la responsabilidad (asociado o no a un cargo). Y es que creatividad, cambio e innovación tienen que ver con capacidades, comportamientos y actitudes. Y modificar éstas es una labor muchas veces ardua y que encuentra en los condicionantes de nuestro entorno grandes barreras.
La creatividad es la capacidad de generar ideas o conceptos (o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos ya conocidos). Asociados a la creatividad encontramos conceptos como inventiva, ingenio, pensamiento original (o divergente), imaginación constructiva, etc. que nos pueden llevar a soluciones originales.
Por otro lado, la responsabilidad, se asocia con obligaciones y con el deber de asumir las consecuencias de nuestros actos. De este modo, la responsabilidad se siente, en muchas ocasiones, como una pesada losa. Es un valor que está en la conciencia de la persona (en el plano moral) y que, en su puesta en acción, pasa al plano ético. Y cuando hablamos de moral y ética, es inevitable sentir la necesidad de reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de nuestros actos.
Sin embargo, el ejercicio de la responsabilidad no va en absoluto reñido con la capacidad creativa, si bien es cierto que, como ayer mismo nos recordaba Joan Jiménez, en el Grupo Social Branding de Linkedin, aludiendo a estudios de las Universidades Wharton, Cornell y la Indian School of Business, las personas creativas no ocupan posiciones de liderazgo.
En mi post de la semana pasada  y en la presentación a la que hago referencia en él, hablaba de las actitudes frente al cambio y la innovación. La creatividad (el pensar cosas útiles nuevas) tiene que ver con las capacidades del individuo; el cambio (hacer cosas diferentes) es cuestión de comportamientos, es decir de manifestaciones (externas) de las actitudes (internas) y la innovación (hacer cosas nuevas, de manera diferente y mejor para lograr cambios con éxito para una organización) es cuestión de actitudes, emociones y creencias. Recomiendo, en este sentido, la lectura de “Innovar con éxito” de Jose Mª Sainz de Vicuña.
Mientras consideremos que ser creativos, que hacer cosas distintas o que innovar ponen en riesgo el ejercicio de nuestra responsabilidad, mientras en la balanza contrapongamos riesgo y seguridad, apostando por lo segundo  y no aceptemos que se puede ser responsable y creativo, que la responsabilidad no tiene que atenazar acciones originales o divergentes a lo convencional, seguiremos sin avanzar.

Querida Ana, no dejes que tus responsabilidades asfixien tu creatividad 😉

¡Miedo!

Miedo¿Qué me da miedo? Que el miedo siga instalado en nuestra sociedad. Tengo miedo a que el miedo siga atenazando nuestra capacidad innovadora y nuestro espíritu emprendedor. Miedo a seguir esperarando, a dejarse llevar.

La incertidumbre, el fracaso, el error, el riesgo, son inherentes a la innovación. Todos producen miedo. Aparece nuestro instinto de protección. Sentimos la amenaza. El miedo se instala en nosotros cuando nos mantenemos a la espera de los acontecimientos sobre los que no creemos tener control alguno. Cuando actuamos como observadores y no como protagonistas y creadores.
Podemos ser actores del cambio u observadores pasivos del mismo. Pero el cambio tiene lugar de todos modos. Si actuamos, creamos, innovamos tenemos futuro. Si esperamos, si dejamos que el miedo nos retenga, padeceremos.

Es mejor imponer nuestra esencia innovadora y emprendedora sobre los condicionantes del entorno -que la atenazan-. No tengamos que lamentarnos por no haberlo hecho.

Innovación y actitudes

Al hablar de innovación y de su impulso en nuestras organizaciones debemos, más allá de otras fuentes, utilizar muchas enseñanzas de la filosofía, la psicología y la sociología, además de inspirarnos en los principios de la comunicación eficaz. Porque la innovación no es sólo resultado de procesos, métodos y procedimientos. De nada sirven si no hablamos primero de personas, comportamientos, actitudes y sentimientos.
Fue este el punto de partida de mi reciente intervención en el Encuentro “Innovación y cambio” organizado por PDMA Spain, hace un par de semanas, y que ahora comparto con todos vosotros en mi blog.
Cuando nos enfrentamos al cambio y, por tanto, a la necesidad de hacer algo, tenemos dos alternativas: entenderlo como una amenaza y, por tanto, adoptar una actitud defensiva (e incluso ofensiva) o apreciar una oportunidad y trabajar para aprovecharla. A veces olvidamos que la innovación es consustancial a la actividad de cualquier ser vivo en su intento por sobrevivir y que llevamos toda la vida innovando.
Cuando demostramos nuestra incapacidad para innovar, no lo hacemos porque no sepamos cómo, porque desconozcamos los procedimientos, ni siquiera porque nos falten recursos para hacerlo. En muchas ocasiones el motivo es más simple: carecemos de la actitud adecuada. La innovación es cuestión de actitudes.

Desde el momento en que innovar es hacer cosas nuevas de manera distinta y mejor, para lograr cambios con éxito para la organización, innovar es el resultado de combinar la adecuada actitud de las personas y una buena estrategia en sus organizaciones.
Para innovar con éxito es necesario cultivar -en las personas que forman parte de nuestras organizaciones- la esencia innovadora, el espíritu (intra)emprendedor, la pasión por hacer cosas extraordinarias, la capacidad de desarrollar y compartir una visión,  dar un voto de confianza a las ideas y aprender a trabajar en equipo.
Por lo que respecta a los cambios necesarios en nuestras organizaciones, es esencial ser tolerantes con los fallos, crear un entorno innovador, acercar y democratizar el concepto de innovación, desarrollar espacios creativos y flexibles, incorporar la filosofía del prototipado, recompensar el esfuerzo innovador, crear estructuras sencillas y, por supuesto, diseñar una estrategia, establecer una hoja de ruta, un plan de contingencias e indicadores de progreso, dotando a la iniciativa de recursos y liderando el proceso.

Tenéis más detalle de todo ello en la presentación adjunta y en mi libro. Espero que os interese. Os propongo dialogar sobre ello.

Innovación y cambio

Logo PDMAHoy he tenido la oportunidad de participar como ponente en la Jornada “Innovación y cambio”, celebrada en Madrid School of Marketing y organizada por PDMA Spain, delegación española de la organización internacional que conecta a innovadores en torno al desarrollo del producto y la gestión.

La PDMA, Product Development & Management Association en España organizó este encuentro con el objetivo de impulsar una comunidad de profesionales, académicos y proveedores de servicios para compartir ideas, experiencias, conocimientos, prácticas y procesos en temas de innovación, desarrollo y gestión de producto.
Bajo la denominación «Innovación y Cambio», compartí puntos de vista y experiencias sobre la innovación en España con ponentes como Juan Vicente García Manjón (Universidad Europea Miguel de Cervantes), José Antonio Blanco (Madrid School of Marketing), Matti Hemmi (inKNOWation), Héctor Robles (Domo) y Francesc Melgar.

Mi conferencia se centró en “La actitud positiva frente al cambio y la innovación como motor de progreso” y tuve la ocasión de abordar algunos de los contenidos de «Hazlo distinto: emprender e innovar», presentando las que considero principales acciones que una organización ha de poner en marcha para fomentar la actitud innovadora en sus personas, un comportamiento positivo ante el cambio y una estrategia orientada por la innovación, capaz de transformar ideas nuevas en acciones rentables que mejoren su competitividad.

El grueso de los asistentes a la jornada fueron altos directivos de empresas que, además de compartir conocimientos e ideas, tuvieron un momento para el networking, gracias a esta interesante iniciativa. Enhorabuena y gracias PDMA España. ¡Algo se mueve!

Abogado del diablo

demonio

Dice Tom Kelley, en su siempre recomendable libro “Las diez caras de la innovación”, que el abogado del diablo podría ser el mayor asesino de la innovación en el mundo empresarial actual. Sostiene Kelly que cada día, estos “arruinaideas” cortan de raíz miles de ideas, conceptos y planes nuevos.

Esta mañana me he topado de nuevo con lo que todos nos hemos encontrado en más de una ocasión: alguien presenta en una reunión, con toda su ilusión y de forma fundamentada, una idea original, una propuesta creativa … La propuesta gusta, comienzan aportaciones por parte del resto asistentes. Todo parece ir bien hasta que, de pronto, aparece el aguafiestas de turno que entona el “permitidme que haga de abogado del diablo …” utilizando la expresión como ariete frente a la idea innovadora y, a su vez, como escudo que le previene de posibles respuestas hostiles, ya que no es él quien frena la innovación, simplemente está actuando, noblemente, como mensajero del diablo, ese ser maléfico tremendamente cualificado para opinar sobre nuestros negocios, proyectos o ideas.

En muchas ocasiones nosotros mismos, aun siendo emprendedores, nos convertimos en los abogados del diablo de nuestras propias propuestas e ideas. Frente a una idea creativa o una innovación (aún siendo propia) adoptamos la perspectiva más negativa posible, minusvalorando lo positivo de la idea, la transformación y beneficios que conlleva. Es más fácil adoptar la postura más cómoda, es mejor no arriesgar. Porque innovar es eso en gran medida: arriesgar. Por eso es un arma tan poderosa para transformar empresas, culturas y sociedades. Y por eso, precisamente, nos da tanto miedo. La proxima vez que nos enfrentemos a una idea, propuesta, iniciativa, … frenemos al abogado del diablo que llevamos dentro.