Debate sobre la innovación

Sillas-debate¿Son innovadoras nuestras empresas?, ¿que importancia tiene el trabajo en equipo al innovar?, ¿cuál es el porcentaje de éxito al innovar?, ¿que resistencias hay que vencer?, ¿cómo controlar a los arrunaideas?, ¿cómo incentivar y recompensar la innovación?, ¿qué entendemos por innovación?
Son algunas de las preguntas que surgieron ayer en un animado debate al que tuve oportunidad de asistir. Había centrado mi conferencia en los cambios de actitudes que han de producirse para hacer más innovadoras nuestras organizaciones y los elementos necesarios para transformarlas. El debate posterior, con un interesante y cualificado grupo de empresarios y profesionales, fue una grata experiencia. Hace mucho tiempo que no disfrutaba de un debate tan vivo e interesante.
La capacidad para innovar es una de las grandes preocupaciones de muchos empresarios, directivos y profesionales, y se puso de manifiesto en el coloquio. Es comprensible que exista en nuestra sociedad gran desconocimiento sobre la mejor forma de actuar al respecto. Hemos vivido demasiados años centrados en la I+D como la gran solución y hemos minusvalorado la innovación. Ya no sólo es erróneo circunscribir la innovación a la investigación y el desarrollo tecnológico, sino que es muy frecuente confundir el uso de herramientas innovadoras con el innovar. Es frecuente también que muchos asocien la innovación a la invención. Y no menos frecuente es confundir innovación y cambio.
Hoy, más que nunca, es preciso educar en la innovación, generar dinámicas innovadoras, trabajar para que adoptemos actitudes positivas frente al cambio y proactivas hacia la innovación. Existe la necesidad, hay un gran interés y es el momento de innovar. Nuestras empresas lo requieren y nuestro país lo necesita. ¡Hagámoslo!

La creatividad atrapada

Creatividad atrapadaTengo la creatividad atrapada entre responsabilidades”. Ese era el comentario que mi amiga Ana hacía esta mañana en Facebook. Me ha parecido una frase que sintetiza muy bien lo que nos ocurre con frecuencia: contraponemos creatividad vs. responsabilidad, ingenio vs. obligación. Y lo que subyace es, en definitiva, riesgo vs. seguridad.

La creatividad y aquellos términos asociados a ella (cambio, innovación, transformación) nos dan vértigo, sobre todo si tenemos un agudo sentido de la responsabilidad (asociado o no a un cargo). Y es que creatividad, cambio e innovación tienen que ver con capacidades, comportamientos y actitudes. Y modificar éstas es una labor muchas veces ardua y que encuentra en los condicionantes de nuestro entorno grandes barreras.
La creatividad es la capacidad de generar ideas o conceptos (o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos ya conocidos). Asociados a la creatividad encontramos conceptos como inventiva, ingenio, pensamiento original (o divergente), imaginación constructiva, etc. que nos pueden llevar a soluciones originales.
Por otro lado, la responsabilidad, se asocia con obligaciones y con el deber de asumir las consecuencias de nuestros actos. De este modo, la responsabilidad se siente, en muchas ocasiones, como una pesada losa. Es un valor que está en la conciencia de la persona (en el plano moral) y que, en su puesta en acción, pasa al plano ético. Y cuando hablamos de moral y ética, es inevitable sentir la necesidad de reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de nuestros actos.
Sin embargo, el ejercicio de la responsabilidad no va en absoluto reñido con la capacidad creativa, si bien es cierto que, como ayer mismo nos recordaba Joan Jiménez, en el Grupo Social Branding de Linkedin, aludiendo a estudios de las Universidades Wharton, Cornell y la Indian School of Business, las personas creativas no ocupan posiciones de liderazgo.
En mi post de la semana pasada  y en la presentación a la que hago referencia en él, hablaba de las actitudes frente al cambio y la innovación. La creatividad (el pensar cosas útiles nuevas) tiene que ver con las capacidades del individuo; el cambio (hacer cosas diferentes) es cuestión de comportamientos, es decir de manifestaciones (externas) de las actitudes (internas) y la innovación (hacer cosas nuevas, de manera diferente y mejor para lograr cambios con éxito para una organización) es cuestión de actitudes, emociones y creencias. Recomiendo, en este sentido, la lectura de “Innovar con éxito” de Jose Mª Sainz de Vicuña.
Mientras consideremos que ser creativos, que hacer cosas distintas o que innovar ponen en riesgo el ejercicio de nuestra responsabilidad, mientras en la balanza contrapongamos riesgo y seguridad, apostando por lo segundo  y no aceptemos que se puede ser responsable y creativo, que la responsabilidad no tiene que atenazar acciones originales o divergentes a lo convencional, seguiremos sin avanzar.

Querida Ana, no dejes que tus responsabilidades asfixien tu creatividad 😉

Innovación y actitudes

Al hablar de innovación y de su impulso en nuestras organizaciones debemos, más allá de otras fuentes, utilizar muchas enseñanzas de la filosofía, la psicología y la sociología, además de inspirarnos en los principios de la comunicación eficaz. Porque la innovación no es sólo resultado de procesos, métodos y procedimientos. De nada sirven si no hablamos primero de personas, comportamientos, actitudes y sentimientos.
Fue este el punto de partida de mi reciente intervención en el Encuentro “Innovación y cambio” organizado por PDMA Spain, hace un par de semanas, y que ahora comparto con todos vosotros en mi blog.
Cuando nos enfrentamos al cambio y, por tanto, a la necesidad de hacer algo, tenemos dos alternativas: entenderlo como una amenaza y, por tanto, adoptar una actitud defensiva (e incluso ofensiva) o apreciar una oportunidad y trabajar para aprovecharla. A veces olvidamos que la innovación es consustancial a la actividad de cualquier ser vivo en su intento por sobrevivir y que llevamos toda la vida innovando.
Cuando demostramos nuestra incapacidad para innovar, no lo hacemos porque no sepamos cómo, porque desconozcamos los procedimientos, ni siquiera porque nos falten recursos para hacerlo. En muchas ocasiones el motivo es más simple: carecemos de la actitud adecuada. La innovación es cuestión de actitudes.

Desde el momento en que innovar es hacer cosas nuevas de manera distinta y mejor, para lograr cambios con éxito para la organización, innovar es el resultado de combinar la adecuada actitud de las personas y una buena estrategia en sus organizaciones.
Para innovar con éxito es necesario cultivar -en las personas que forman parte de nuestras organizaciones- la esencia innovadora, el espíritu (intra)emprendedor, la pasión por hacer cosas extraordinarias, la capacidad de desarrollar y compartir una visión,  dar un voto de confianza a las ideas y aprender a trabajar en equipo.
Por lo que respecta a los cambios necesarios en nuestras organizaciones, es esencial ser tolerantes con los fallos, crear un entorno innovador, acercar y democratizar el concepto de innovación, desarrollar espacios creativos y flexibles, incorporar la filosofía del prototipado, recompensar el esfuerzo innovador, crear estructuras sencillas y, por supuesto, diseñar una estrategia, establecer una hoja de ruta, un plan de contingencias e indicadores de progreso, dotando a la iniciativa de recursos y liderando el proceso.

Tenéis más detalle de todo ello en la presentación adjunta y en mi libro. Espero que os interese. Os propongo dialogar sobre ello.

Innovación y cambio

Logo PDMAHoy he tenido la oportunidad de participar como ponente en la Jornada “Innovación y cambio”, celebrada en Madrid School of Marketing y organizada por PDMA Spain, delegación española de la organización internacional que conecta a innovadores en torno al desarrollo del producto y la gestión.

La PDMA, Product Development & Management Association en España organizó este encuentro con el objetivo de impulsar una comunidad de profesionales, académicos y proveedores de servicios para compartir ideas, experiencias, conocimientos, prácticas y procesos en temas de innovación, desarrollo y gestión de producto.
Bajo la denominación «Innovación y Cambio», compartí puntos de vista y experiencias sobre la innovación en España con ponentes como Juan Vicente García Manjón (Universidad Europea Miguel de Cervantes), José Antonio Blanco (Madrid School of Marketing), Matti Hemmi (inKNOWation), Héctor Robles (Domo) y Francesc Melgar.

Mi conferencia se centró en “La actitud positiva frente al cambio y la innovación como motor de progreso” y tuve la ocasión de abordar algunos de los contenidos de «Hazlo distinto: emprender e innovar», presentando las que considero principales acciones que una organización ha de poner en marcha para fomentar la actitud innovadora en sus personas, un comportamiento positivo ante el cambio y una estrategia orientada por la innovación, capaz de transformar ideas nuevas en acciones rentables que mejoren su competitividad.

El grueso de los asistentes a la jornada fueron altos directivos de empresas que, además de compartir conocimientos e ideas, tuvieron un momento para el networking, gracias a esta interesante iniciativa. Enhorabuena y gracias PDMA España. ¡Algo se mueve!